viernes, 21 de diciembre de 2007

¿Qué es la arqueología?







Es posible que ya estén pensando algo así como ‘realmente esta gente no tiene nada mejor que hacer, cavando hoyos, sacando tierra, llenando museos con piedras y cacharros mientras que los demás sí están preocupados por la realidad, que es lo que verdaderamente importa’… ‘en vez de seguir perdiendo tiempo, mejor me voy a navegar por otros lados, con noticias que sí me informen sobre la realidad’… ‘y más encima ni siquiera revelan su identidad’… Pero ¡no!: sigan leyendo, vamos a ver que la arqueología es mucho más que eso. Parece necesario, luego de las bienvenidas y presentaciones de rigor, comenzar con una pregunta que oculta una tremenda complejidad bajo su aparente simpleza: ¿qué es la arqueología? Pues bien, no tenemos una respuesta clara y unívoca, y menos desde que estudiamos arqueología -¡ups! se nos salió…-; sin embargo intentemos, a modo de esbozo, ir más allá de las improvisadas respuestas cotidianas que nos vemos intimados a dar para salir airosos frente a esta temida pregunta. Es innegable que la arqueología está bastante presente en el imaginario colectivo: todos tienen alguna idea -por muy remota que sea- de lo que es nuestra disciplina, desde ecos de Indiana Jones, Lara Croft o Buscando la Verdad, de dinosaurios, piedritas, fósiles, huesitos hasta imágenes de algo lejano, de un anciano sentado en una polvorienta biblioteca, o de estáticas vitrinas en aburridos museos; también, de la espectacularidad de pirámides, templos, murales y calendarios que nos dejaron las grandes civilizaciones del pasado. Desde todas estas reminiscencias, entonces, podemos decir que la arqueología es la disciplina que estudia el pasado.

Si aceptamos esta definición, como estudiosos del pasado, entonces ¿qué nos diferencia de la historia? Recordemos que en Europa, el desarrollo de la arqueología se ha vinculado estrechamente con la historia... pero sin entrar en detalles aquí, cabe precisar que lo nuestro no es sólo establecer una prehistoria, como sucesión de períodos caracterizados por algún tipo de herramientas o por algún grupo social, sino que perseguimos objetivos mucho más complejos: comprender los modos de vida de tiempos remotos. De esta manera, si estudiamos el pasado es solamente en cuanto pasado creado y habitado por seres humanos que, si bien están ausentes de nuestro presente, nos han dejado valiosas huellas para reconstruir y recorrer posibles caminos hacia la prehistoria. Vemos que el presente cobra especial importancia, y es por esto que se han postulado en el desarrollo de la arqueología en América fuertes vinculaciones con la antropología y la etnografía, ya que conociendo cómo viven las sociedades actuales podemos extrapolar -aunque con cautela, claro está- algunos de estos datos hacia el pasado.Sin embargo, más allá de compararnos con otras disciplinas, mejor pensemos la arqueología como arqueología. Para esto disponemos de algunas nociones básicas, que juegan sobre el escenario del tiempo y del espacio: la cultura material -huellas de la vida humana-, que se deposita en el registro arqueológico -es decir, en la secuencia estratigráfica de un sitio arqueológico- (para algunos detalles fundamentales les recomendamos ir a ver esto), cuyo contexto nos permite generar sentido y con esto acceder a la cultura. Aquí tenemos: la arqueología, más allá de ser historia o antropología, es esencialmente arqueología.

Para pensar lo que es la arqueología, es fundamental entender la importancia del contexto. Imaginemos: si hallamos una pistola tirada en el suelo, lo primero que vamos a hacer será mirar a su alrededor; si no vemos nada particular, concluiremos que simplemente -y extrañamente- hay ahí una pistola abandonada; en cambio, si a poca distancia yace un cuerpo, asociaremos inmediatamente el significado de la pistola con la ‘escena del crimen’. De la misma manera, no concluiremos lo mismo de una escoba hallada en una de nuestras cocinas que de la misma escoba hallada en la casa de una bruja. Queda claro que es solamente desde su disposición espacial que los objetos adquieren sentido; pues bien, ¡para el registro arqueológico es lo mismo! Si entendemos esto, entendemos también que la excavación arqueológica es un proceso destructivo: al sacar los objetos del registro arqueológico para llevarlos a un laboratorio o a un museo, hacemos desaparecer las relaciones espaciales entre ellos, y con esto el sentido que podíamos atribuirles; de esta manera, se vuelve esencial registrar todo lo que encontremos y cómo lo encontremos. Sí… es imprescindible cierta rigurosidad en la arqueología, pues no estamos haciendo epopeyas ni ciencia ficción (eso dejémoselo a Mel Gibson o Steven Spielberg) sino buscando elaborar discursos, sino verídicos -eso nunca lo sabremos-, al menos coherentes. Esta coherencia, rigurosamente, ha de emerger de la articulación de nuestras teorías, nuestros métodos y nuestros datos; con cada uno de estos elementos aislados, solamente podríamos aspirar a producir, respectivamente, literatura, manuales, y catálogos. La arqueología, entonces, es esta articulación fundamental.

Volviendo al inicio de estas líneas, es cierto que la arqueología no viene a solucionar lo más urgente -no alimenta a los hambrientos ni cura a los enfermos-, sin embargo algo tiene que ver con la realidad, como queda de manifiesto en una de nuestras recientes investigaciones (pueden ver detalles en el apartado), y es por eso que somos una ciencia social. De esta manera, la arqueología no se limita al ámbito de las ideas sino que se constituye como un discurso sobre la realidad, y necesariamente como una práctica que se nutre de esta realidad y que, a su vez, puede alimentarla y -en alguna medida- transformarla. Es por esto que nace este espacio, porque, más que estar cerrada sobre sí misma, la arqueología es una ventana abierta hacia el pasado, y uno de los posibles espejos de un mundo que, cada día más, necesita mirarse a sí mismo.




Para más detalles contáctennos y exploren por ahí (sugerimos empezar por aquí); también pueden ver el video de una excavación realizada por el equipo de Luis Cornejo (profesor de la Universidad de Chile), que aparece en la videoteca.




Fotos: Edward Weston y anónimo

1 comentarios:

Juliana Arboleda dijo...

Muyyy buen blogg!!!!

Deberían retomarlo!