sábado, 22 de diciembre de 2007

Anónimos todos: ¡Bienvenidos!


'Internet, la red virtual que no tiene identidad, poblada por el cruce fragmentario de textos y tipos de textos que otros tantos navegantes recortan y trasvestizan. Narración sin centro a fuerza de cruzarse con otras narraciones en un juego errático que se rehace sobre la marcha. ¿No resuena la historia latinoamericana, hecha de cruces y mezclas, en este estilo propio de la red virtual? Si la red es de por sí compleja, abigarrada, barroca, sincrética, guarda cierta consonancia con nuestra identidad hecha de mestizajes e hibridaciones. Si la orden del día en el mundo virtual es mezclar, reciclar, recombinar, dialogar en la diferencia, manejar discontinuidades, jugar con distintos niveles de discurso, entonces no estamos tan mal. Tenemos un acervo cultural y un patrimonio de personajes propicios para entrar en el juego de la red. Un mundo en red donde el mejor entrenado es quien se la ha pasado mestimezclado. Quien sabe, entonces, si ese lenguaje de la red, hecho de pedazos de conversaciones propias y ajenas, montaje de hipertextos perfectibles, pudiese aprenderse desde América Latina como si por aquí siempre hubiese hablado' (Hopenhayn 2003). 


¿Quiénes somos?


Esta paradójica pregunta no viene al caso. Si este espacio se llama Sociedad de Arqueólogos Anónimos, no tiene sentido que quieran saber quiénes somos; además, si la prestigiosa Real Academia Española nos dice que anónimo es el ‘secreto del autor que oculta su nombre’, sería una contradicción esencial decirles que nos llamamos Daniela Padilla y Camila Charó y que estudiamos arqueología en la Universidad de Chile. No. Esto no va con nuestra Sociedad. Pregúntennos de todo, menos quiénes somos, y mantengamos el anonimato. Ahora bien, al contrario de lo que sucede en la mayoría de las aproblemadas Sociedades Anónimas, nosotros no queremos rehabilitarnos ni rehabilitar a nadie, sino al contrario hacernos cada día más adictos y promover esta adicción. Peligroso, ¿no? Pero todo depende de qué adicción estamos hablando.


La arqueología científica ya cuenta con instancias de autoreflexión institucionalizadas: sus congresos, sus jornadas anuales de discusión, sus grupos estables de trabajo, sus revistas especializadas y sus laboratorios. Nuestra idea, entonces, es desprendernos de la rígida autoridad científica que ha determinado históricamente el quehacer arqueológico en nuestro continente para escribir y reflexionar libremente aquí, o donde sea, pues el conocimiento debe permearnos a todos y a todas transversalmente sin importar cuantos títulos tengamos ni cuantas veces nos han citado.

No pertenecemos a la Sociedad Chilena de Arqueología, no somos investigadores de un proyecto Fondecyt, no tenemos claves de acceso para leer artículos en Jstor ni en American Antiquity, no tenemos ponencias en los congresos -la mayoría de las veces no tenemos ni la plata para asistir a ellos- no contamos con tecnología GPS ni ArcView y ni siquiera podemos sacar libros del Museo Chileno de Arte Precolombino. La única institución que de alguna manera nos respalda es la desordenada pero imprescindible Universidad de Chile.

Pero, sin embargo, tenemos muchas ideas, algunas recolectadas por ahí, algunas sembradas y en proceso, otras ya crecidas… y queremos compartirlas y enriquecerlas con todos los arqueólogos anónimos que paseen por la, también anónima, red virtual… así que: Opinen! Pregunten! Debatan! Critiquen! Destrúyannos si es necesario! Y es una orden…
Es importante que esto se nos escape de las manos -ya estamos dando el primer paso para arrancarlo de las manos de la autoritaria ciencia positivista- porque saber es poder y porque, al fin y al cabo, en esta red virtual de múltiples caras todos podemos en alguna medida ser arqueólogos anónimos








Ahh! y también nos divertimos... si no nos creen pueden dirigirse a la videoteca y se encontraran con un fabuloso video de algunos de nuestros miembros fundadores en tiempos de Congreso…


Fotos: Amaranta Buendía y Robert Doisneau

viernes, 21 de diciembre de 2007

¿Qué es la arqueología?







Es posible que ya estén pensando algo así como ‘realmente esta gente no tiene nada mejor que hacer, cavando hoyos, sacando tierra, llenando museos con piedras y cacharros mientras que los demás sí están preocupados por la realidad, que es lo que verdaderamente importa’… ‘en vez de seguir perdiendo tiempo, mejor me voy a navegar por otros lados, con noticias que sí me informen sobre la realidad’… ‘y más encima ni siquiera revelan su identidad’… Pero ¡no!: sigan leyendo, vamos a ver que la arqueología es mucho más que eso. Parece necesario, luego de las bienvenidas y presentaciones de rigor, comenzar con una pregunta que oculta una tremenda complejidad bajo su aparente simpleza: ¿qué es la arqueología? Pues bien, no tenemos una respuesta clara y unívoca, y menos desde que estudiamos arqueología -¡ups! se nos salió…-; sin embargo intentemos, a modo de esbozo, ir más allá de las improvisadas respuestas cotidianas que nos vemos intimados a dar para salir airosos frente a esta temida pregunta. Es innegable que la arqueología está bastante presente en el imaginario colectivo: todos tienen alguna idea -por muy remota que sea- de lo que es nuestra disciplina, desde ecos de Indiana Jones, Lara Croft o Buscando la Verdad, de dinosaurios, piedritas, fósiles, huesitos hasta imágenes de algo lejano, de un anciano sentado en una polvorienta biblioteca, o de estáticas vitrinas en aburridos museos; también, de la espectacularidad de pirámides, templos, murales y calendarios que nos dejaron las grandes civilizaciones del pasado. Desde todas estas reminiscencias, entonces, podemos decir que la arqueología es la disciplina que estudia el pasado.

Si aceptamos esta definición, como estudiosos del pasado, entonces ¿qué nos diferencia de la historia? Recordemos que en Europa, el desarrollo de la arqueología se ha vinculado estrechamente con la historia... pero sin entrar en detalles aquí, cabe precisar que lo nuestro no es sólo establecer una prehistoria, como sucesión de períodos caracterizados por algún tipo de herramientas o por algún grupo social, sino que perseguimos objetivos mucho más complejos: comprender los modos de vida de tiempos remotos. De esta manera, si estudiamos el pasado es solamente en cuanto pasado creado y habitado por seres humanos que, si bien están ausentes de nuestro presente, nos han dejado valiosas huellas para reconstruir y recorrer posibles caminos hacia la prehistoria. Vemos que el presente cobra especial importancia, y es por esto que se han postulado en el desarrollo de la arqueología en América fuertes vinculaciones con la antropología y la etnografía, ya que conociendo cómo viven las sociedades actuales podemos extrapolar -aunque con cautela, claro está- algunos de estos datos hacia el pasado.Sin embargo, más allá de compararnos con otras disciplinas, mejor pensemos la arqueología como arqueología. Para esto disponemos de algunas nociones básicas, que juegan sobre el escenario del tiempo y del espacio: la cultura material -huellas de la vida humana-, que se deposita en el registro arqueológico -es decir, en la secuencia estratigráfica de un sitio arqueológico- (para algunos detalles fundamentales les recomendamos ir a ver esto), cuyo contexto nos permite generar sentido y con esto acceder a la cultura. Aquí tenemos: la arqueología, más allá de ser historia o antropología, es esencialmente arqueología.

Para pensar lo que es la arqueología, es fundamental entender la importancia del contexto. Imaginemos: si hallamos una pistola tirada en el suelo, lo primero que vamos a hacer será mirar a su alrededor; si no vemos nada particular, concluiremos que simplemente -y extrañamente- hay ahí una pistola abandonada; en cambio, si a poca distancia yace un cuerpo, asociaremos inmediatamente el significado de la pistola con la ‘escena del crimen’. De la misma manera, no concluiremos lo mismo de una escoba hallada en una de nuestras cocinas que de la misma escoba hallada en la casa de una bruja. Queda claro que es solamente desde su disposición espacial que los objetos adquieren sentido; pues bien, ¡para el registro arqueológico es lo mismo! Si entendemos esto, entendemos también que la excavación arqueológica es un proceso destructivo: al sacar los objetos del registro arqueológico para llevarlos a un laboratorio o a un museo, hacemos desaparecer las relaciones espaciales entre ellos, y con esto el sentido que podíamos atribuirles; de esta manera, se vuelve esencial registrar todo lo que encontremos y cómo lo encontremos. Sí… es imprescindible cierta rigurosidad en la arqueología, pues no estamos haciendo epopeyas ni ciencia ficción (eso dejémoselo a Mel Gibson o Steven Spielberg) sino buscando elaborar discursos, sino verídicos -eso nunca lo sabremos-, al menos coherentes. Esta coherencia, rigurosamente, ha de emerger de la articulación de nuestras teorías, nuestros métodos y nuestros datos; con cada uno de estos elementos aislados, solamente podríamos aspirar a producir, respectivamente, literatura, manuales, y catálogos. La arqueología, entonces, es esta articulación fundamental.

Volviendo al inicio de estas líneas, es cierto que la arqueología no viene a solucionar lo más urgente -no alimenta a los hambrientos ni cura a los enfermos-, sin embargo algo tiene que ver con la realidad, como queda de manifiesto en una de nuestras recientes investigaciones (pueden ver detalles en el apartado), y es por eso que somos una ciencia social. De esta manera, la arqueología no se limita al ámbito de las ideas sino que se constituye como un discurso sobre la realidad, y necesariamente como una práctica que se nutre de esta realidad y que, a su vez, puede alimentarla y -en alguna medida- transformarla. Es por esto que nace este espacio, porque, más que estar cerrada sobre sí misma, la arqueología es una ventana abierta hacia el pasado, y uno de los posibles espejos de un mundo que, cada día más, necesita mirarse a sí mismo.




Para más detalles contáctennos y exploren por ahí (sugerimos empezar por aquí); también pueden ver el video de una excavación realizada por el equipo de Luis Cornejo (profesor de la Universidad de Chile), que aparece en la videoteca.




Fotos: Edward Weston y anónimo

La teoría: ¿lejana o cercana?









Ni el más simple hecho puede constituirse independientemente de un contexto teórico.
Trigger 1991[1]:16


¿Porqué el arqueólogo canadiense Bruce Trigger nos dice esto desde las primeras líneas de su libro Historia del pensamiento arqueológico? ¿Qué tiene que ver la teoría con “el más simple hecho”... con el cotidiano? La teoría, ¿no era eso que sólo sirve para cabecearse? A menudo tendemos a pensar cosas como ‘aaa pero eso es pura teoría, no sirve para nada, lo que importa son los hechos’, o ‘claaaro, y yo, ¿me alimento con teoría?’… Pero vayamos más allá de estos posibles prejuicios, y veamos qué es realmente la teoría: Wikipedia nos dice que:

Una teoría es un sistema lógico compuesto de observaciones, axiomas y postulados, que tienen como objetivo declarar bajo qué condiciones se desarrollarán ciertos supuestos, tomando como contexto una explicación del medio idóneo para que se desarrollen las predicciones. A raíz de estas, se pueden especular, deducir y/o postular mediante ciertas reglas o razonamientos, otros posibles hechos.

¡Glups! Nuevamente una definición teórica de lo que es la teoría… lo que nos deja en el mismo punto, con la teoría aún abstractamente lejana. Si tomamos un diccionario casero, real -de esos viejos y polvorientos que han atravesado las generaciones- tenemos que la teoría es definida como una serie de leyes que sirven para relacionar un determinado orden de fenómenos, y a la vez como la explicación que da una persona de algo, o la propia opinión que tiene sobre una cosa.Nos vamos acercando a algún ápice de realidad: por lo menos aparecieron palabras como “propia opinión” o “persona”, y con esto vislumbramos que la teoría puede acercársenos -mal que mal, todos somos personas con propias opiniones. De hecho, todos tenemos opiniones, y por eso mismo tenemos teorías también; si nos detenemos unos instantes sobre esto, en el fondo, ¿no será que todos nosotros tenemos ideas preconcebidas sobre la realidad, que van guiando nuestras acciones y, es más, que las necesitamos para estar en el mundo?

Escuchemos algunas palabras cotidianas: ‘yo no soy así’, ‘no hay que mezclar proteínas con carbohidratos’, ‘yo creo que frente a este tipo de situaciones lo que hay que hacer es…’, ‘en teoría, esto debería ser así’, ‘hay que echar el café antes del agua’, ‘mira, yo tengo una teoría al respecto’, o ‘las rayas no combinan con los puntitos’… Podríamos hacer una larga lista de banalidades como estas, que no son nada más ni nada menos que ideas preconcebidas -teorías- que van determinando lo que pensamos y lo que no pensamos, lo que nos importa y lo que no nos importa, lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que decimos y lo que no decimos y, sobre todo, lo que hacemos y lo que no hacemos.
Entonces, ahora sí que quedamos más cerca de la teoría: ésta, finalmente, no es algo abstracto que exista totalmente fuera de la realidad, presumiendo poder hablar de aquella realidad, sino que está en todo, ¡incluyéndonos a nosotros mismo! Pareciera que, por el hecho mismo de ser seres humanos, funcionamos de esta manera, en base a algún concepto de realidad: si somos seres humanos entonces somos seres teóricos, y esto simplemente porque el hecho de ser y de estar en el mundo, aquella práctica cotidiana, no puede constituirse independientemente de la teoría. La teoría es por tanto muy lejana -en teoría- pero, sobre todo, sorprendentemente cercana -en la práctica.




Dibujo de Maurits Cornelis Escher y foto de Robert Doisneau





[1] Trigger, B., 1991. Historia del Pensamiento Arqueológico. Traducido por I. García Trócoli. Editorial Crítica, Barcelona.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Nuestra más reciente investigación


INFORME PRELIMINAR PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DICIEMBRE 2007


NOMBRE DEL PROYECTO: Arqueología Social Latinoamericana: Reflexiones desde el fin del mundo
INVESTIGADORES RESPONSABLES: Sociedad de Arqueólogos Anónimos (ESEAA)
FINANCIAMIENTO: Profesor Andrés Troncoso Meléndez, Universidad de Chile (miembro fundador ESEAA).


DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO: La realización de este proyecto se enmarca dentro de la ‘Semana Latinoamericana’, evento a realizarse en octubre del próximo año, organizado por la Ilustre Municipalidad de Macondo con el fin de rescatar las raíces de nuestra sociedad, muchas veces perdidas en las tantas mezclas, cruces e hibridaciones modernas. En este afán de rescatar lo autóctono, don José Raquel Moncada, alcalde del mítico pueblo, nos invita a investigar y a presentar a la comunidad ‘lo autóctono’, ‘lo propio’ de la arqueología latinoamericana en su desarrollo teórico. Tomando en cuenta que lo único que, en cierta medida, podemos llamar como propio de la arqueología en esta parte del continente es la corriente teórica originada a fines de los años setenta, conocida como Arqueología Social Latinoamericana (desde ahora ASL), nos proponemos desentrañar los aspectos históricos, teóricos y metodológicos que jugaron un papel central en el desarrollo y génesis de este movimiento, aún corriendo el riesgo de que, a la luz de nuestros resultados, quedemos fuera de los anhelos originales del magno evento municipal.

A continuación presentamos un informe preliminar de las tres primeras etapas de nuestra investigación -aún en desarrollo-: prospección, excavación y análisis de los datos.

1° etapa: La prospección
Como primer acercamiento a nuestro estudio, hicimos un recorrido bibliográfico a través del desarrollo histórico de la arqueología en Latinoamérica como una manera de delimitar nuestro universo de estudio. Revisando informes de excavaciones anteriores evidenciamos que la práctica arqueológica en el continente ha estado desde siempre determinada por el contexto político-económico de la época: así, en tiempos de la conquista hispana, las nuevas autoridades recurrieron a la arqueología y a la antropología para lograr conocer muy bien a los pueblos indígenas e insertar eficazmente la nueva ideología. Luego, en el siglo XVII, vemos que se vuelve a utilizar la arqueología con fines políticos, esta vez por los movimientos independentistas quienes vieron en el rescate del pasado prehispánico la posibilidad real de demostrar fehacientemente la ilegitimidad de la ocupación europea y la legitimidad de sus reclamaciones políticas (Lorenzo et al. 1979). Posteriormente en el siglo XVIII, la investigación arqueológica estuvo monopolizada por las grandes potencias mundiales -Inglaterra, Francia y Estados Unidos- y centrada en el realce del logro civilizador de las poblaciones indígenas, con un marcado énfasis comercial (turístico) creándose los primeros museos nacionales y las primeras legislaciones acerca del patrimonio cultural. En este contexto, a los gobiernos latinoamericanos no les importaba mayormente las condiciones de vida de los indígenas descendientes de las grandes civilizaciones que ellos admiraban. Ya en los siglos XIX y XX, consolidado un modelo capitalista e imperialista estadounidense, surgen las dos principales corrientes de la arqueología mundial: la Historia Cultural y la Nueva Arqueología sucesivamente, los arqueólogos latinoamericanos se transformaron, de esta forma, en meros auxiliares de los arqueólogos europeos y estadounidenses.
A finales del siglo XX, los arqueólogos latinoamericanos, cansados de depender de las grandes potencias e influenciados por los movimientos revolucionarios de corte marxista que se estaban llevando a cabo en muchos países del continente, tomaron conciencia del importante papel que ellos podían desempeñar en la transformación de la realidad actual de las sociedades latinoamericanas, oprimidas tantas veces por imperios económicos y dictaduras militares. Es en esta coyuntura histórica que nace la ASL.

Teniendo delimitado temporalmente nuestro objeto de estudio -finales del siglo XX- sólo nos queda definir espacialmente nuestras áreas de trabajo, para lo cual realizamos un sobrevuelo por Latinoamérica, tomando fotografías aéreas a los principales focos de la ASL. A la vez, formamos cuatro grupos de prospección de cinco personas cada uno -estudiantes de tercer año de arqueología de la Universidad de Chile-, quienes, con una excelente disposición, recorrieron el continente en transectas sur-norte desde el sur de Chile hasta el norte de México, identificando las zonas de mayor concentración de material en superficie.
Una vez identificadas las zonas más densas, se realizaron
pozos de sondeo
de 30x40 cm en estos sectores, como una manera de delimitar la extensión de los sitios.
Como resultado de esta primera etapa del proyecto, se concluye que los sectores de Chile, Perú, Venezuela y México son los que evidencian una mayor presencia de ASL, con respecto a los otros sectores prospectados del continente.
No se pierdan la 2° etapa: La excavación, en el marco del proyecto de investigación: Arqueología Social Latinoamericana: Reflexiones desde el fin del mundo.
Pronto en una nueva entrada!

Cuadro: Diego Rivera
Lorenzo, J., L. Lumbreras, E. Matos, J. Montané, M. Sanoja y otros, 1979. El Manifiesto de Teotihuacán. En Revista Nueva Antropología 12 (lo tenemos en PDF, sólo deben pedirlo!)

Nuestra más reciente investigación: segunda parte




INFORME PRELIMINAR PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DICIEMBRE 2007

2° Etapa: la excavación

Como ya vimos en la primera etapa del proyecto (publicación anterior), los sectores que evidenciaron una mayor concentración de material asociado a la ASL fueron Chile, Perú, Venezuela y México, razón por la cual establecimos áreas de excavación en ellos, dejando fuera a Venezuela por escasez de tiempo y de recursos económicos. De esta forma se organizaron tres grupos de excavación de siete personas cada uno, los cuales fueron integrados por los mismos estudiantes que participaron en la etapa de prospección, dado su excelente desempeño en terreno.
Los sitios excavados fueron Teotihuacán –1(sitio Th-1) en México; Ayacucho (sitio Ay-7) en Perú y Llanos de Rungue (sitio Ru-6) en Chile; y los trabajos se llevaron a cabo en dos extenuantes jornadas de 15 días cada una. En términos metodológicos, se trazaron
cuadrículas de 1x1 mts. en dirección NW, las cuales fueron excavadas por capas naturales y dejando todos los artefactos en planta.
Haciendo un estudio comparativo entre los sitios, es posible señalar que la situación estratigráfica es relativamente similar en cada uno de ellos: todos presentan cinco niveles claramente delimitados y las fechas
radio carbónicas obtenidas de los sitios nos entregan un rango temporal que va desde 1965 d.C hasta la actualidad. Por tanto es posible sostener la existencia de una sincronía relativa entre las unidades intervenidas.
A continuación presentamos un resumen del registro arqueológico encontrado en las distintas capas de los sitios en conjunto, esto por la sincronía relativa que explicabamos en el párrafo anterior. Las capas se enumeraron del uno al cinco ( 1 a 5) desde la más profunda a la mas superficial.



Capa 1(60- 45 cm): En esta capa encontramos varios elementos que nos indican un ambiente de descontento generalizado, muchos libros de Marx y Engels que presentan evidentes signos de quemaduras asociados a panfletos que anuncian grandes revoluciones en Francia y Cuba. La evidencia indígena y obrera muestra claros signos de opresión y anhelos de rebelión. Particularmente en el sitio Ru-6 encontramos unos anteojos quebrados, los cuales, según análisis de adn mitocondrial, habrían pertenecido al primer presidente socialista democráticamente elegido en el continente. Todo esto en clara asociación a una gran diversidad de materiales alóctonos –funcionales y simbólicos-, la mayoría de ellos provenientes del sector septentrional de américa, actualmente conocido como Estados Unidos. En base a estas materialidades nos es posible plantear un ambiente histórico de tensión con dos fuerzas en pugna: el capitalismo y el socialismo, este conflicto en américa latina se reflejaba en el fuerte dominio político-económico estadounidense que se oponía a los movimientos revolucionarios de filiación marxista. Por las características esbozadas, a esta capa la hemos llamado contextual histórica de la ASL.



Capa 2 (45 – 35 cm): En esta capa encontramos una gran concentración de restos bioantropológicos al interior de estructuras que, a juzgar por sus disposiciones espaciales, podrían ser catalogadas como establecimientos educacionales. En el sitio Th-1 ubicamos un grupo de cinco individuos de características mongoloides los cuales están en clara asociación a un manuscrito fechado en 1975 años d.C, titulado ‘Manifiesto de Teotihuacán’ en el cual se da cuenta explícitamente de la situación de tensión evidenciada por nosotros en la capa 1, y en donde se sientan las bases de la ASL. Las personas que firman el manuscrito –y a las cuales pertenecen los restos encontrados- son: José Luis Lorenzo, Luis G. Lumbreras –este individuo lleva además otro texto en su mano derecha, nos cuesta un poco visualizar el título ya que está parcialmente cubierto por las falanges del portador, pero dice algo así como: ´Gaceta Arqueológica Andina´- Eduardo Matos, Julio Montané y Mario Sanoja, todos ellos latinoamericanos que abogan por la liberación de la ciencia arqueológica del yugo imperialista que sometía la práctica arqueológica a una labor puramente positivista y por la resignificación del indígena como sujeto histórico. De modo similar, en el sitio Ru-6, encontramos dos concentraciones humanas asociadas a ´Rehue` -revista que también hace eco de los fuertes cambios que se vivían a nivel social y de la ciencia- fechada en 1971 años d.C, y otra fechada en 1973 años d.C, fechas coincidentes con El Congreso Nacional de Americanistas y el Primer Congreso Nacional del Hombre Andino, respectivamente, verdaderos hitos fundacionales de la ASL.
En el sitio Ay-7, en el rincón SE de la cuadrícula, encontramos otro manuscrito con fecha de 1974 d.C asociado a un individuo de sexo masculino de unos 40 años de edad, el escrito lleva por nombre ´La arqueología como ciencia social´ y está firmada por Lumbreras, desde la primera línea se hace evidente la aplicación del modelo
materialista histórico de Karl Marx al conocimiento arqueológico (Tantaleán 2004) , por tanto este hallazgo también lo podemos relacionar con un hito fundador de la ASL. La semejanza contextual se refuerza si consideramos la certeza de que todos los textos encontrados están escritos en español y con un lenguaje relativamente accesible a cualquier persona.Ya en los últimos centímetros de esta capa natural, podemos ver otros textos, como La Prehistoria de Cuba, por ejemplo, producidos en otras partes de latinoamérica, lo que nos descubre que, a pesar de que en otros puntos del continente la concentración de material de ASL no es muy alta, esto no quiere decir que hayan quedado totalmente fuera de esta primera y única revolución teórico metodológica creada por y para latinoamericanos.



Capa 3 (35-20cm): En esta capa encontramos un conjunto de textos que sirvieron como base teórica de los escritos encontrados en la capa anterior. Estos libros están todos juntos y agrupados en sectores específicos de cada sitio como si quiseran no ser descubiertos. En el sitio Ru-6 por ejemplo, los encontramos en un baúl de madera situado en el rincón NW de la cuadrícula, en el sitio Ay-7 los libros están en muy mal estado, con sus títulos tachados con plumón negro y prácticamente deshojados. Creemos que esta particular disposición de los materiales en los sitios, tiene que ver con la opresión política que se vivía en aquellos tiempos en latinoamerica.Logramos rescatar sólo algunas de las páginas en las que se resumen las ideas fundadoras de esta corriente teórica, sin embargo, sólo con poner atención atención a los autores que con más frecuencia se nombraban, el panorama se nos vuelve más claro.
Indiscutiblemente, los cimientos de la ASL los encontramos en el materialismo histórico de autores como
V.G Childe , Marx y Engels.
El materialismo histórico –a grandes rasgos- considera que la sociedad tiene una base escencialmente económica y es a partir de las relaciones económicas que se van definiendo los aspectos ideológicos y psicológicos que caracterizan a una sociedad. Las relaciones económicas de una sociedad cobran sentido sólo en la práctica, por tanto la vida social –determinada por las relaciones económicas es en esencia práctica
Si la esencia de lo social son las relaciones económicas, entonces se debe intentar un acercamiento metodológico que permita descubrir esta esencia en términos tangibles. El materialismo histórico da respuesta a esta inquietud por medio del concepto de ‘trabajo’, entendido como el medio en el cual los hombres se relacionan entre ellos y con su medio.
El trabajo es posible descomponerlo en tres elementos que sustentan esta teoría: las fuerza de trabajo –capacidad de cada persona de realizar un determinado trabajo- que se convierte en energía; los instrumentos de producción materiales e inmateriales –tecnología y conocimiento- y; objetos de producción –producto resutante de la implementación de instrumentos de producción. La articulación de estos tres elementos se resuleve la contradición hombre – naturaleza, siendo los instrumentos de producción los mediadores y a forma que esta articulación tome, se denomina modo de producción. Estos modos de producción definen las relaciones sociales.
La ASL pretende, de esta manera, desentrañar las relaciones sociales de producción que se ven reflejadas en los modos de producción, para de esta manera acceder a la dimensión ideológica de las sociedades indígenas.
Por lo demás, tomando como base la idea marxista de que más que interpretar el mundo éste se debe transformar. La ASL se transformó en un apoyo fundamental de los movimientos indigenistas y anti-imperialistas de la época, incluso algunos de sus exponentes fueron exiliados de sus países, como el caso del arqueólogo chileno L. F. Bate, por ir en contra de los intereses del poder fáctico.
En este afán transformador de la realidad social, se hicieron valiosos esfuerzos por difundir el conocimiento a toda la sociedad para que la propia sociedad ejerciera una crítica contra el control imperialista y capitalista.



Capa 4 (20-10cm): Esta capa se relaciona especialmente con el cómo la ASL se acercó a conocer las relaciones de producción de tiempos más pasados que los recién pasados. En primer lugar, evidenciamos un cambio en la noción de cultura material y registro arqueológico desde el inicio de esta capa, la arqueología ya no excava restos cuturales, sino restos de actividades específicas reflejo de las condiciones de la vida social. Estas nuevas concepciones son imposibles de encontrar en sitios del continente con fechas anteriores a 1965 d.C, en los sitios Históricos Culturales vamos a encontrar la definición de cultura material en clara asociación al aspecto ideológico y cultural de las sociedades del pasado, y en los sitios de Nueva Arqueología (NA) la vamos a encontrar asociada a conductas que expresan adaptación al medio, la ASL busca las conductas también, si, pero las conductas históricas que permiten inferir modos y medios de producción económica y por tanto sociales.En este mismo sentido, en ninguno de los sitios excavados encontramos el concepto de cultura, en su reemplazo se presenta de forma abundante el concepto de sociedad, incorporado siempre a modos de producción.
Si nos acercamos derechamente a la práctica arqueológica, encontramos restos de otras disciplinas, como la geología, la palinología, la biología, la estadística, la estratigrafía y la química, entre muchas más, asociadas a un interés por desenterrar los misterios de la formación de sitios. Por momentos nos parece que estar excavando sitios de Nueva Arqueología, ya que la metodología que se puede encontrar en ellos, es parácticamente la misma. El elemento que cambia es la finalidad de la aplicación de dicha metodología, en sitios NA vemos que no hay un interés por acercar el conocimiento arqueológico a la sociedad misma, en cambio en nuestro trabajo de campo de sitios ASL, pudimos observar que el conocimiento generado juega un rol importantísimo en la reivindicación social de los sectores menos aventajados de la sociedad actual. De esta manera se entiende la asociación contextual registrada en todos los sitios entre Estado -
Patrimonio social y comunidad, en donde se reclama la obligación Estatal de defender el patrimonio social de su respectivo país, además de la tarea de dar a conocer la importancia social de este patrimonio a la comunidad, para que ellos mismos lo puedan proteger ya que difícilmente se puede defender aquello cuya existencia se ignora (Lorenzo et al. 1979).



Capa 5 (10-0cm): Y llegamos a la última capa de la ASL, la más superficial con una profundidad temporal de 27 años -1990 d.C a 2007 d.C-. Aquí ya no se observan las concentraciones de cultura material que encontrabamos en las capas anteriores, sólo uno que otro libro de Marx, algún artículo materialista. Lo que más se observa son materialidades propias de la NA por lo que es tendemos a pensar que la ASL se desvaneció en el tiempo a medida que nos ibamos acercando al siglo XXI, aunque esto quizás sea sólo un sesgo, ya que, como vimos en la capa anterior, la metodología registrada en sitios NA y ASL es prácticamente la misma. Lo que si es claro, es que la presencia de textos en otros idiomas –inglés sobre todo- en esta capa, supera con creces a los en español para el mismo nivel, especialmente en el sitio Th-1, por lo que nos atrevemos a señalar que el imperialismo estadounidense se impuso por sobre la ASL.
Terminada nuestra etapa de excavación, nos resulta un tanto difícil evaluar exhaustivamente el proyecto de la Arqueología Social Latinoamericana, ya que el desarrollo de este proyecto político-científico-social se vió truncado por la serie de dictaduras militares que tuvieron lugar en un número importante de países latinoamericanos prohibiéndose la aplicación de modelos marxistas para la explicación del pasado. Sin embargo, a la luz de lo que encontramos en nuestra investigación, intentaremos esbozar una reflexión preliminar de los datos, que nos lleve por los caminos de una práctica arqueológica.




Foto: Anónimo
Cuadro: Diego Rivera







Referencias bibliográficas:




Lorenzo, J., L. Lumbreras, E. Matos, J. Montané, M. Sanoja y otros, 1979. El Manifiesto de Teotihuacán. En Revista Nueva Antropología 12


Tantaléan, Henry. La arqueología social peruana: ¿mito o realidad? (L'Arqueologia Social Peruana: ¿Mite o Realitat? Cota Zero




Si quieres ser parte de nuestro próximo proyecto de excavación, sólo debes escribirnos y contarnos cuáles son tus principales intereses en el estudio de la prehistoria y pronto nos pondremos en contacto contigo...


En la parte superior derecha de la página podrás encontrar imágenes de nuestro equipo de excavación en el sitio Ru-6

Desde nuestra investigación: hacia una práctica arqueológica








A raíz de los resultados preliminares de nuestra humilde investigación, podemos desprender algunas reflexiones sobre la Arqueología Social Latinoamericana (ASL en adelante). Como lo vimos, uno de los principales objetivos de esta corriente fue tener una utilidad práctica en la actualidad[1], sin embargo si nos detenemos sobre sus alcances tenemos que el impacto de la ASL no fue tan trascendental como lo podríamos pensar[2]. A este respecto, remitamos a algunas de las principales falencias, inmediatamente identificables desde nuestras primeras aproximaciones: como lo vimos en uno de nuestros apartados, la arqueología no es sino la articulación de las teorías, los métodos y los datos, mas la ASL falló en traducir sus teorías a metodologías, para así poder producir discursos verdaderamente arqueólogicos -y no solamente teóricos, o políticos. También podemos vislumbrar los problemas inherentes al intento por aplicar el materialismo histórico, modelo de sociedad capitalista -y de hecho, centrado en este capitalismo- a sociedades no capitalistas: es justamente ahí donde los arqueólogos sociales latinoamericanos necesitaron generar las metodologías para poder dar el paso entre la teoría y la realidad de manera coherente. Por otro lado, al constituirse como discurso casi plenamente político, la ASL se ligó excesivamente a los gobiernos socialistas de la época que, como sabemos, se vieron violentamente truncados, y con ello coartado el desarrollo de la ASL. Si consideramos que gran parte del financiamiento para la arqueología proviene del ‘imperialismo’, entendemos que esto tampoco favorece a la ASL: de la misma manera, sería un tanto ilusorio pensar que el dueño de una empresa forestal va a financiar a los activistas de Greenpeace.

Claramente, debido a las enormes diferencias regionales, no se puede hacer arqueología de la misma manera en África que en Europa, ni en Estados Unidos que en Latinoamérica: para nuestras particularidades, necesitamos arqueologías particulares. Sin embargo, tal vez la ASL haya sido demasiado particular -en el sentido de su limitación a algunos países en momentos históricos muy precisos y con un determinado marco político- como para alcanzar una mayor trascendencia. No obstante debemos considerar la posibilidad de que la idea recién mencionada esté sesgada por los modelos de pensamiento dominantes en nuestros entornos (más próximos al capitalismo y a discursos positivistas, que hacen que discursos como el de la ASL nos parezcan más contingentes… si un día cambia la organización actual del mundo, tal vez empecemos a pensar que la ciencia positivista no era más válida que otros discursos. Dejamos esto a modo de interrogante para ir aportando posibles elementos de respuesta a medida que vaya avanzando nuestra investigación, y esperamos sus opiniones también… la idea es que debatamos y vayamos construyendo en torno a estos elementos iniciales. En esta misma línea, puede que la propuesta de la ASL de publicar en idiomas locales e indígenas para contrarrestar la escasa difusión de nuestra disciplina sea, en el fondo, un poco más de lo mismo: el ampliar el alcance de la arqueología no pasa por dar vuelta la orientación de nuestra difusión, sino por añadir cada vez más círculos a los que ya están integrados, produciendo discursos diferenciados y altamente accesibles para cada tipo de público.


Esto se vuelve particularmente patente en nuestros contextos latinoamericanos: partiendo de la idea de la importancia, para todos nosotros, de buscar en el pasado elementos de respuestas para apropiarnos de nuestro presente y empezar a construirlo, tenemos además aquí, en el fin del mundo, la particularidad de estar frente a un mosaico de pasados vivos, donde se alzan las voces de las comunidades para dejar de ser ajenas a sus propias historias y tomar parte activa en ella. Si “(…) la arqueología siempre ha permeado la concepción que tiene la sociedad de su propia historia, pero ha fallado en hacerlo con un compromiso explícito con la producción de este pasado como un elemento de su propia transformación política” (Benavides 2001[3]:359), entendemos lo fundamental que es el papel que hemos de asumir. Cabe recordar aquí que una de las paradojas que nos constituyen es que el pasado, en sí, no existe, siendo sólo una construcción desde nosotros, aquí y ahora; para esto sólo disponemos del registro arqueológico, que permanece mudo si no sabemos cómo interrogarlo. Entonces, si el presente es el punto de vista ineludible para volver nuestras miradas hacia el pasado, una vez más remitimos a lo imperioso de articular de manera coherente nuestras teorías, nuestros métodos y nuestros datos, para que -en lo posible- nuestro punto de vista no sea solamente nuestro sesgo.

Por otro lado, y asemejándose de alguna manera al proyecto de la ASL, se ha ido destacando cada vez más la importancia de integrar las diversas voces a las ciencias sociales que no son otra cosa que discursos sobre la realidad, teniendo por ende un compromiso inherente con las diversas comunidades que habitan esta realidad. Sin embargo, nos parece que tampoco podemos tomarnos ciertas atribuciones como si estuviesen dadas de antemano, y debemos ahondar en interrogarnos acerca de qué es lo que realmente espera la gente de la arqueología: dejamos esta pregunta abierta, así que no duden en opinar al respecto. La frontera entre el devolver su historia a los pueblos y un marcado -aunque muchas veces involuntario- paternalismo es un límite más bien borroso. Cada día podemos observar que las más mínimas cosas son malinterpretadas, entonces imaginemos cuando se trata de discursos implícita o explícitamente políticos, considerando la magnitud de los intereses políticos investidos en los discursos que producimos sobre los otros. Entonces, simplemente, recordemos que hemos de ser cautelosos con nuestra práctica arqueológica, que puede ser recuperada de muchas maneras, y que tiene fuertes repercusiones sobre la realidad.

En este sentido, puede que el abanderarnos excesivamente por una forma de ver el mundo, por una corriente política o por otra científica, sea para nuestra práctica arqueológica una limitante. A lo largo de las reflexiones de este blog hemos ido alejándonos de la arqueología como historia y de la arqueología como antropología, y llegando a este punto tampoco queremos a la arqueología como política; por supuesto, esto no es lo mismo que negar las dimensiones inherentemente políticas de nuestra práctica, pero si aspiramos a una arqueología como arqueología, entonces preocupémonos de liberar al máximo nuestros discursos y nuestros puntos de vista de toda traba. Si estamos preocupados por hacer historia, por hacer antropología o por hacer política, llegamos a un nivel tal de abstracción que olvidamos hacer arqueología; mejor, preocupémonos por generar discursos arqueológicos coherentes. El producir discursos simplemente arqueológicos -sin buscar discursos totales, que fácilmente se pueden volver totalitarios- no constituye nuestro límite sino nuestro inmenso campo de posibilidades, si es que nos hacemos cargos de las contradicciones inherentes y de las interrogantes que permanecen en nuestra práctica arqueológica.

Si bien iniciamos estas líneas desde una reflexión sobre las etapas preliminares de nuestra investigación sobre la ASL, nada es conclusivo: la investigación está en curso, y simplemente aquí formulamos algunas ideas preliminares para aportar elementos para una discusión… así que ya saben: esperamos sus preguntas, opiniones y críticas. El próximo mes, tendremos en exclusiva una entrevista al profesor Donald Jackson, quien dictó entre muchas otras cosas el electivo de Arqueología Social Latinoamericana para la carrera de Arqueología de la Universidad de Chile, y que es uno de los miembros fundadores de esta Sociedad de Arqueólogos Anónimos.


Fotos: Henri Cartier-Bresson y National Geographic


[1] Ver por ejemplo el texto fundador de Lorenzo, J., L. Lumbreras, E. Matos, J. Montané, M. Sanoja y otros, 1979. El Manifiesto de Teotihuacán. En Revista Nueva Antropología 12 (lo tenemos en PDF, no duden en solicitarlo) [2] Para más detalles pueden ver: Oyuela-Caycedo, A., A. Armando, C. Elera y L. Valdéz, 1997. Social Archeology in Latin America? Comments to T.C. Patterson. En American Antiquity 62 (lo tenemos en PDF)
[3] Benavides, H., 2001. Returning to the sources: social archaeology as Latin American philosophy. En Latin American Antiquity 12 (también lo tenemos en PDF)

Artefacto del mes: el Atlatl


El atlatl, palabra náhuatl (lengua de México y Centroamérica), se conoce en español como propulsor, lanzadardos o estólica.
Se trata de un arma impulsadora, formada por una plataforma de madera flexible, corta y delgada; a lo largo de su parte superior se coloca un dardo, cuyo extremo inferior se apoya en un gancho de piedra, hueso, concha o cornamenta de venado.
Para visualizar su funcionamiento, pueden ver el video que sigue:



Con esta herramienta se permite propulsar los dardos con una potencia tal que es capaz de perforar la gruesa piel de algunos animales, y es por esto que el atlatl fue muy utilizado como arma de caza desde tiempos muy antiguos en la prehistoria, siendo reemplazado después de mucho tiempo por el arco y las flechas, aún más efectivos. El atlatl también fue utilizado para ceremonias (por ejemplo, se han encontrado algunos cubiertos de láminas de oro y plata) o para enfrentamientos bélicos debido a su gran potencia.
El atlatl más viejo encontrado hasta ahora se remonta a unos 19.000 años atrás, pero se piensa que esta arma ha sido utilizada durante más de 40.000 años. En América, se han encontrado atlatl principalmente en México, Colombia y Perú. En nuestro país, el arqueólogo y Premio Nacional de Historia 2002 Lautaro Núñez
[1] encontró en Tagua Tagua II (VI región), entre otros instrumentos de caza, un fragmento de dardo hecho de defensa de mastodonte (especie de mamút prehistórico) recién nacido, con grabados decorativos; el sitio de Tagua Tagua II es atribuido al Paleoindio, período de los primeros pobladores de nuestro continente.

La utilización del atlatl no se limita a la prehistoria: en Australia por ejemplo, los aborígenes hasta hoy en día utilizan el atlatl y lo llaman “woomera”, y en nuestras sociedades occidentales existen asociaciones, encuentros y competencias de atlatl (!), lo que pueden ver en los numerosos sitios internet dedicados al tema. A modo de dato freak, un tal Dave Ingvall logró en 1995 el record mundial de propulsión con una estólica, alcanzando con su dardo una distancia de 258 metros.
Para saber más sobre este artefacto, no duden en escribirnos, y sobre todo ¡exploren!, que hay mucha información disponible en internet, como el sitio oficial del atlatl

El próximo mes: la conana…




[1] Núñez, L.; Varela, J.; Casamiquela, R.; Schiappacasse, V.; Niemeyer, H.; Villagrán, C., 1994. Cuenca de Taguatagua en Chile: el ambiente del Pleistoceno superior y ocupaciones humanas. Revista Chilena de Historia Natural, 67: 503-519.